Nuestro profesor de Relaciones Internacionales en la facultad de Periodismo siempre decía “El gran oso ruso” para referirse al gigantesco imperio. Primero sometido bajo el yugo de los zares, luego convertido en la poderosa Unión Soviética y ahora como Federación Rusa, el país más extenso del mundo tiene un tremendo espíritu nacional y el epicentro de ese sentimiento es San Petersburgo. Aunque oficialmente la capital sea Moscú, la antigua Leningrado fue el emblema del lujo y el poder durante 300 años y eso todavía se nota en sus calles y sus canales. Palacios descomunales, museos inacabables, iglesias que compiten por llamar la atención, varias catedrales… La vieja Petrogrado es el núcleo del orgullo del país y una de las grandes maravillas de Europa.